Evangelio según san Mateo, 5:5-5 «Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados». (v. 5)
Por el luto se entiende también dos clases de compunción, a saber, por las miserias de esta vida y por el deseo de las cosas celestiales. Por esta causa la hija de Calef pidió el rocío del cielo y de la tierra. Esta clase de luto no la tiene sino el pobre y el manso, el cual como no ama al mundo porque lo considera pobre, apetece el cielo. Por esto se ofrece oportunamente a los que lloran el consuelo, para que el que se entristece en la vida presente goce en la vida futura. Es mayor la retribución del que llora que la del pobre y el manso.
Más vale gozar en el Reino que tener y poseer. Tenemos muchas cosas a costa de dolores y las poseemos
Glosa
