Estas ideologías no se guían, como las ciencias naturales, por el interés de la objetividad y la verdad, sino que su objetivo es cambiar la sociedad existente. Sin embargo, la ciencia objetiva no debe estar precedida por el dogma o el consenso, sino que debe realizarse una investigación metodológicamente correcta, y esta investigación debe ser abierta. Por tanto, las teorías de gėnęrō no son ciencias naturales, sino conceptos de acción con la intención de cambiar el mundo. Por supuesto, uno puede construir una realidad adecuada para sí mismo, pero eso no cambia la realidad existente. No obstante, tiene consecuencias dramáticas para nuestro futuro.
Así, Konrad Lorenz escribió en 1982 anticipándose a la ideología de género: «La creencia errónea de que se puede hacer cualquier cosa del hombre […] subyace a los muchos pecados mortales que la humanidad civilizada comete contra la naturaleza del hombre. Debe tener las más perversas consecuencias si una política mundial, junto con la política que de ella se deriva, se basa en una mentira».
Konrad Lorenz: Die 8 Todsinden der zivilisierten Menschheit, 1982, P.96
