“Señor no me extraño ni me escandalizo de no saber cumplir tu sublime Sermón de la Montaña; sé que mi corazón es fundamentalmente malo. Pero Tú puedes hacer que lo cumpla en la medida de tu agrado, que es la voluntad del Padre, dándome el Espíritu que necesito para ello: tu Santo Espíritu, que conquistaste con tus infinitos méritos” (Lucas 11, 13 y nota)
—escribía un alma humilde—
A los 24 años, San Andrew Kim Taegon se convirtió en el primer sacerdote de Corea y, un año después, en su primer mártir
