Los viejos pueden ser, en virtud de su edad, magos o sacerdotes, transmisores de tradiciones o intérpretes de los más encriptados elementos comunitarios, bajo la condición de que el grupo social precise para su orden y su práctica social de referencias religiosas y tradicionales. Pero cuando ellas caen en desuso, ya no se puede ver la edad avanzada como poseedora de estos secretos y habilidades. Queda así privada de sus relevantes funciones de otros tiempos. Sin Dios, y vueltos contra toda tradición los tiempos modernos no son los tiempos del anciano. La industria moderna del rejuvenecimiento buscará en adelante disimular este vacío.
Nietzche anota, ya en su tiempo, que <no se soportaría ya a un hombre sabio del viejo estilo>, En efecto, apoyados en el silencio, estos se demoraban en el arte de pensar. En cambio nosotros <pensamos demasiado de prisa y de camino, mientras andamos y en medio de ocupaciones de todo tipo, incluso cuando pensamos en las cosas más serias; necesitamos poca preparación, y hasta poco silenciox
La gaya ciencia, sección 6. En Obras completas, vol. III P.744
