Cristo no ofrece su Humanidad bajo la forma que tiene actualmente en el cielo, sino bajo otra forma que toma en el altar. En el cielo es tan gloriosa, que los ángeles tiemblan ante su Majestad; mientras que sobre el altar, desciende a tal exceso de humildad, que estos espíritus puros están confusos. Vos la veis cubierta con las apariencias de la hostia, como un vestido grosero; está allí encerrada como en una prisión. Las especies que la contienen están ligadas de tal manera a ella, que cuando se las lleva de un lugar a otro, se la trasporta a ella también, y mientras ellas subsistan ningún poder humano las puede separar. Bajo esta forma reducida y humilde es como se presentan a la Santísima Trinidad y se ofrece a Ella de una manera tan tierna, que el ejército celestial se conmueve con profunda adminiración
