La Iglesia necesita volver a su Primer Amor. El amor Eucarístico. Para el amor encarnado, no a un sentimiento invisible, diciendo: «Quiero a Jesús en mi corazón, y los gestos no son tan importantes». Esto está errado, esto no es cristiano; al final, esto es gnóstico y protestante. Tenemos que ayudar pacientemente a las personas, con catequesis; pero en última instancia, el cambio debe venir de Roma. El Papa tiene que ser un Confesor Eucarístico, un defensor y amante destacado de Cristo Eucarístico. Él es la cabeza visible y, así, desde la cabeza este amor y defensa de Cristo Eucarístico tiene que extenderse a los obispos y de ahí a los sacerdotes. Es un consuelo que los laicos—los “pequeños”— estén ya sentando las bases para esta renovación de la Eucaristía en la Iglesia. Esto es muy bonito y nos da esperanza
Athanasius Schneider. Christus vincit!
