Y a veces uno olvida cuál fue el Evangelio del domingo. Pero si uno lo oye durante la semana, vuelve a reflexionar sobre él. Esto es muy instructivo para una vida más contemplativa. Después del Concilio, se hizo hincapié sobre el mundo contemplativo incluso sobre la lectio divina, que significa “mascar” la palabra del Señor. Tienes que leer estas mismas palabras una y otra vez, y entonces reflexionar aún más. De esta forma es una práctica preciosa durante la semana “mascar” la palabra de Dios de nuevo. Por lo tanto, no es necesario hacer lecturas diferentes cada día en el tiempo ordinario. En la liturgia tradicional, cuando había una fiesta de un Santo, incluso una simple fiesta (de tercera clase), uno debía tomar la Epístola y el Evangelio del Santo, normalmente uno de los Comunes, mártires, vírgenes, doctores, obispos, santas mujeres, y así. Desafortunadamente, en la Misa nueva, el día de un recuerdo obligatorio en memoria de un Santo, uno no tiene por qué tomar las lecturas del común de los Santos pero, puede, sin embargo, tomar las lecturas continuas del período litúrgico. A veces no hay armonía entre estas lecturas y el carácter del Santo que se celebra en la Misa. En el antiguo calendario, tenías que tener al menos dos o tres veces a la semana un Santo con sus lecturas apropiadas, también dejando lugar para misas votivas. De esta forma, en la práctica, la repetición de las lecturas del domingo no era excesiva. Para concluir el tema de la reforma del calendario litúrgico; se debe ofrecer más opciones para las lecturas bíblicas en las fiestas de los Santos. De esta forma el leccionario de la Misa tradicional del calendario se enriquecería de alguna forma, lo que fue la intención de la Constitución litúrgica del Concilio Vaticano II Sacrosanctum Concilium. En general debiéramos ir en la dirección hacia un calendario común para él Vetus Ordo y para el Novus Ordo, basado en el viejo calendario con algunas de las fiestas llenas de significado que el nuevo calendario ofrece
Athanasius Schneider. Christus vincit!
