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Deseo que empiecen a obrar como Hermanas verdaderas de la Cruz. Y como cruz expresa sacrificio, el ser verdaderas Hermanas es tanto como el amar con todas las veras de nuestra alma el sufrir, el padecer y el mortificarse. Y cuando veo que este padecer se rechaza o se huye el sufrir, me entristezco, porque no veo las señales que con precisión nos deben calificar de Hermanas de la Cruz. Y cuando esta repugnancia al padecer la veo en las que yo contaba que lo sabían, y que por saberlo estaban prontas a todo aunque a la carne le costara, y las veo que no entran, más se aumenta mi pena; y me encuentro como en un país extraño sin tener dónde volver la cara, porque no entienden el idioma de la cruz. Porque la verdad, mis queridas hijas, que nuestro país es la cruz: En la cruz voluntariamente nos hemos establecido, y fuera de la cruz somos forasteras. Pues la Hermana que establecida en la cruz quiere vivir sin cruz, es tanto como querer vivir errante fuera de su país, donde puede gozar de paz y de ventura; y por salirse de él vivir en un continuo sobresalto, como les pasa a los desterrados o expatriados que viven en un continuo penar
De una carta de Santa Ángela de la Cruz a sus hijas de Carmona. (19 febrero de 1885)
