No siempre Dios nos va a librar del mal físico, aunque siempre nos dará fuerza para resistir en esos momentos de dolor y angustia que éste pueda generar. Sin embargo, es siempre legítimo pedir a Dios que nos libre de este mal, siempre y cuando nuestra oración esté sometida a su Divina Voluntad: “Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad sino la tuya” (Lc 22,42).
Librarnos del mal físico no depende de nosotros. Podemos vivir muy santamente y, no obstante, tener sufrimientos físicos.
Dios siempre nos dará fuerza para resistir al mal moral: “No habéis sufrido tentación superior a la medida humana; y fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas. Antes bien, junto con la tentación os proporcionará el modo de poderla resistir con éxito” (1 Cor 10.13).
Librarnos del mal moral, depende de nosotros. Esta lucha contra el mal moral determinará nuestra vida eterna
