Evangelio según san Mateo, 3: 17- 17 Y he aquí la voz del cielo que dice: «Este es mi hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias». (v. 17)
No sólo ha demostrado que es su Hijo con el nombre, sino con la propiedad. Muchos somos hijos de Dios, pero el Hijo de quien hablamos no es de esta clase. Este es su Hijo propio y verdadero, por origen, no por adopción; en verdad, no en apariencia; por natividad, no por creación
San Hilario, de Trinitate, 3,11
