5 vias Santo Tomás de Aquino
3 vía, consideración
Schopenhauer Escribe: “Si, por el contrario, se le quisiera definir (a lo necesario) como ‘lo que no puede dejar de ser’, tendríamos una simple explicación de palabras, refugiándonos, para evitar la explicación real, en un concepto abstracto” (30). Sin embargo, no basta con decir que la definición ontológica de “ser necesario” (subsistente) es una “simple explicación de palabras” o “un concepto abstracto” para refutarlo.
Es necesario mostrar, en su propio plano, que se trata de un concepto absurdo o lógicamente inconsistente. Pero al no poder hacer esto en el plano metafísico -que es el que le corresponde a este concepto-, Schopenhauer vuelve a recurrir a su falacia de confundir el plano lógico con el ontológico: “Esto [la necesidad de la existencia] solo es posible en cuanto existe un principio, del cual es consecuencia. Ser necesario y ser consecuencia de un principio dado son, por tanto, conceptos equivalentes, y como tales pueden ser usados el uno en vez del otro [aquí es más que obvio que Schopenhauer cae en la falacia del equívoco].
El ‘ser absolutamente necesario’, concepto favorito de los filosofastros, encierra, por consiguiente, una contradicción: por el predicado ‘absolutamente’ (es decir, no dependiente de otro alguno) se anula la condición por la cual únicamente lo ‘necesario’ es imaginable y tiene un sentido” (31). Falso, no hay ninguna contradicción porque sí hay una condición bajo la cual lo “necesario” es imaginable y tiene un sentido: la condición ontológica de subsistencia. Nos damos cuenta, entonces, de que en el fondo la única “base” que tiene Schopenhauer para rechazar, al menos en lo que se refiere a esta objeción, la tercera vía de Santo Tomás de Aquino es su prejuicio anti-metafísico. De ahí que tenga que dar una definición inexacta y sesgada del principio de razón suficiente como “que siempre, y en todas partes, cada cosa solo puede ser mediante otra” (32) eliminando con esto de forma a priori la posibilidad de que exista un Ser Subsistente que se constituya como su propia razón de ser. Todo un monumento (también) a la falacia de petición de principio. Queda, pues, en pie la tercera vía.
¿DIOS EXISTE?: El libro que todo creyente deberá (y todo ateo temerá) leer. Dante A. Urbina
