1º Adorar con humildad, en todo, las disposiciones de la divina Providencia.
2º Dar gracias a Dios por los bienes concedidos y valernos de ellos para nuestra salvación.
3º Recibir con alegría, o por lo menos con paciencia, los males que nos envía, convencidos de que, viniendo de tan buen Padre, debe ser para nuestro bien.
4º Ponernos en sus manos con confianza y entrega absoluta de nosotros mismos, según esta regla de los santos: cada cual debe obrar y trabajar como si todo tuviera que esperarlo de sí mismo: y cuando haya hecho todo lo que estaba de su parte, no esperar nada de su trabajo, sino esperarlo todo de Dios
R. P. Hillaire, la religión demostrada LOS FUNDAMENTOS DE LA FE CATÓLICA ANTE LA RAZÓN Y LA CIENCIA
