Evangelio según san Mateo, 5: 31- 32 «También fue dicho: Cualquiera que repudiare su mujer, déle carta de repudio. Mas yo os digo que el que repudiare a su mujer, a no ser por causa de fornicación, la hace ser adúltera. Y el que tomare la repudiada, adultera». (vv. 31- 32)
Si debemos llevar con paciencia las malas acciones de los extraños, puesto que dice el Apóstol: «Llevad mutuamente vuestras cargas» ( Gál 6,2 ), ¿cuánto más las molestias de las mujeres? El hombre cristiano no sólo no debe pecar, sino que también debe evitar a otros la ocasión de obrar mal. De lo contrario, la culpa de otro vendría a constituir un pecado de éste, puesto que había sido la causa de que se cometiese el crimen. El que despidiendo pues, a su mujer, dio ocasión a adulterios, que ella adultere con otro, y otro con ella, éste sería condenado por causa de este adulterio. Por ello dice que el que repudia a su mujer, la obliga a que adultere
Pseudo- Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 12
