La hipertrofia cultural posmoderna es, sobre todo, hipertrofia visual. Mirar imágenes es la actividad cotidiana actual más recurrente. Por ello, lo que no existe como imagen es casi como si no existiera (la llamada <hiperrealidad es <hipervisual>). Como la imagen es, por defnición, un elemento cultural (en tanto que relativa desmaterialización de un referente reconstituido como información o código visual), toda realidad que no sea culturalmente traspasada al terreno de la imagen queda ontológicamente degradada (la fotografía es más <real que el texto y menos real que el fotograma en movimiento; o sea, que la multiplicación secuencial de imágenes). De ahí la pretensión de sustitución referida (todo es cultura, o no es).
Y de ahí, también, que en la práctica todo deba ser religiosamente captado por cámaras. La cámara, en el mundo de la imagen, es un mesías tecnológico que garantiza la salvación ontológica de lo que se apropia como imagen; la imagen es la consagración de la cosa. La imagen es apariencia. Así,la imagen de un hombre se parece a un.hombre, pero no es un hombre: es una imagen. La imagen de una casa se parece a una casa.. y así sucesivamente. Los hombres de.la alegoría de la caverna de Platón miraban sombras, como quien.mira imágenes, y las confundían con la realidad. Pero bastaba con salir de la caverna para constatar que aquella era una vida de engaños, El contraste entre las cosas reales y sus sombras era evidente.cuando se daba con lo real, que <encandila> la mirada. La diferencia resultaba tan impactante que se manifestaba fisiológicamente: a quien diera con semejante luz <le dolerían los ojos>.
Pero en el mundo de la imagen tal contraste se va progresivamente diluyendo gracias a las tecnologias propias de ese mundo. Si la imagen configura un mundo que reclama.soberanía, es precisamente porque borra las fronteras que la separan de su referente real, Su mundo encandila por sí mismo y puede, incluso, reivindicar mayor perfección (aparente) que.la propia realidad, En efecto, hoy la imagen no solo se apropia de su referente, sino que lo interviene, lo edita, recorta sus imperfecciones, administra sus virtudes, compensa sus faltas y se convierte ella misma en referente para la realidad. En tal sentido, más que apariencia, hoy la imagen es simulacro. Por ello, la huida del mundo de la imagen no es tan simple como la huida de la caverna de Platón. Escapar de las apariencias de las sombras no es lo mismo que escapar al simulacro del imperio de la imagen.
platón, República, Libro VII, 5 15e. Traducción de Conrado Eggers Lan (Madrid: Editorial Gredos, 201 1), p. 223. 551.
En el sentido de Jean Baudrillard. Cf. Cultura y simulacro (Barcelona: Editorial Kairós, 2016).
