Evangelio según san Mateo, 8: 10- 13 Cuando esto oyó Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: «En verdad os digo, no he hallado una fe tan grande en Israel. Os digo, pues, que vendrán muchos de Oriente y de Occidente, y se recostarán con Abraham, e Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Mas los hijos del reino serán echados en las tinieblas exteriores: allí será el llanto y el crujir de dientes». Y dijo Jesús al Centurión: «Ve, y como creíste, así te sea hecho»: y fue sano el siervo en
aquella hora. (vv. 10- 13)
Así como el Señor no entró con el cuerpo en la casa del centurión, sino que ausente de cuerpo y presente con la majestad, sanó al mismo muchacho, así en el solo pueblo judío estuvo
con el cuerpo, porque en las demás naciones ni
nació de la Virgen, ni padeció, ni mostró enfermedad alguna, ni hizo milagros, y sin embargo se cumplió lo que se había dicho: «El pueblo que no me conoció me sirvió, y al oír hablar de mí, me obedeció» ( Sal 17,46 ). La nación judía conoció y crucificó; las demás naciones de la tierra oyeron y creyeron
San Agustín, sermones 62,4
