Trabajar en unas manos trabajadoras

Ayer se lastimó Ceferino, hombre reacio y trabajador, no conozco mucho de él, bueno tengo de conocerlo 3 minutos, se encontraba trabajando en el tren de aseo, y al intentar levantar una bolsa de basura se corta con una navaja de barbero, la basura quedó esparcida en el suelo pero ahora envuelta con sangre de mi amigo. Una herida que no es muy grande, pero ya conocemos la ingrata sangre escandalosa, ahora sus manos entre las mias me hacen sentir incómodo, veo sus manos ásperas, gruesas, rústicas, sucias y ensangrentadas, ¿quien soy yo para atender a mi Señor? Si las manos que tengo no sin puras, no son más limpias que las de él, no llenan la talla del trabajo duro, ¿acaso soy digno de trabajar en ellas?,

Proverbios 6,6 nos recuerda el ejemplo de las hormiga.

Me recuerda en la jornada de trabajo en sus de San José Obrero y aquella oración plasmada en la Lectio Divina al medio día cuando tomamos un pequeño respiro para la jornada vespertina:

TE ESTÁ CANTANDO EL MARTILLO

Te está cantando el martillo
y rueda en tu honor la rueda.
Puede que la luz no pueda
librar del humo su brillo.
¡Qué sudoroso y sencillo
te pones a mediodía,
Dios de esta dura porfía
de estar sin pausa creando,
y verte necesitando
del hombre más cada día!

Quién diga que Dios ha muerto
que salga a la luz y vea
si el mundo es o no tarea
de un Dios que sigue despierto.
Ya no es su sitio el desierto
ni en la montaña se esconde;
decid, si preguntan dónde,
que Dios está -sin mortaja-
en donde un hombre trabaja
y un corazón le responde. Amén.

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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