Evangelio según san Mateo, 5: 38- 42 «Habéis oído que fue dicho: Ojo por ojo y diente por diente. Mas yo os digo que no resistáis al mal: antes, si alguno te hiriere en la mejilla derecha, preséntale también la otra; y a aquel que quiera ponerte pleito y tomarte la túnica, déjale también la capa; y al que te precisare a ir cargado mil pasos, ve con él dos mil más: da al que te pidiere; y al que quiera pedirte prestado, no le vuelvas la espalda». (vv. 38- 42)
¿Quién, estando cuerdo, dice a los reyes: «No os importa
que uno quiera ser religioso o sacrílego»? ¿Puede decírseles también: «No os importa que en vuestro reino sea uno púdico o impúdico»? Mucho mejor es enseñar a los hombres a adorar a Dios, que obligarlos con la pena.
No obstante, a muchos aprovechó (lo que probamos por la experiencia), sufrir primero el dolor y el temor para después enseñar a otros, o lo que es lo mismo, que practicaran lo que ya habían aprendido por las palabras. Así como son mejores aquellos a quienes mueve el amor, así hay muchos a quienes corrige el temor. Aprendan en el Apóstol San Pablo que Jesucristo primero padeció y después enseñó
San Agustín, epístolas, 185,5
Martirio de san Esteban
