Evangelio según san Mateo, 5: 43- 48 «Habéis oído que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os aborrecen. Y rogad por los que os persiguen y os calumnian: Para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos. El cual hace nacer su sol sobre buenos y malos: y llueve sobre justos y pecadores. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludarais solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen esto mismo los gentiles? Sed, pues, perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto». (vv. 43- 48)
Considera cuántos grados sube, y en qué estado de virtud nos coloca.
El primer grado consiste en no empezar injuriando;
el segundo, no vengarse en una cosa igual;
el tercero, no hacer al que ultraja daño alguno;
el cuarto, exponerse asimismo a tolerar las malas acciones;
el quinto, conceder más (o al menos prestarse a cosas peores) lo que apetece a aquel que hizo el mal;
el sexto, no tener odio a aquel que no obra bien;
el séptimo, amarlo;
el octavo, hacerle bien;
y el noveno, orar por él.
Y como este precepto es grande, añade un gran premio, esto es, ser semejantes al mismo Dios. Y por ello dice: «Para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos»
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 18,4
