El libro del Apocalipsis hace una distinción entre los mártires, que revivieron inmediatamente, y «los demás muertos», que «no revivieron hasta que se cumplieron los mil años (Apocalipsis 20, 5). Vemos, pues que algunos fueron juzgados merecedores del cielo, pero otros no estaban todavía preparados para su resurrección y gloria. Este estado de purificación es lo que llamamos purgatorio.
La fe es razonable (Scott Hahn)
