Evangelio según san Mateo, 2:10-11 Y cuando vieron la estrella se regocijaron en gran manera. Y entrando en la casa hallaron al niño con María su Madre, y postrándose, le adoraron; y abiertos sus tesoros, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. (vv. 10-11)
Esto también puede significar otra cosa, entendiéndose por el oro la sabiduría, según la frase de Salomón: «Tesoro apetecible reposará en la boca del sabio» ( Prov 21,20 ); por el incienso que se quema delante de Dios, la virtud de la oración, conforme al versículo de David: «Suba derecha mi oración como incienso en tu presencia» ( Sal 140,2 ), y por la mirra la mortificación de la carne. Ofreceremos, pues, oro a este nuevo Rey, si resplandecemos delante de él con la luz de la sabiduría; el incienso, si por medio de la oración con nuestras oraciones exhalamos en su presencia olor fragante; y mirra si con la abstinencia mortificamos los apetitos de la sensualidad
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 10
