Evangelio según san Mateo, 5: 43- 48 «Habéis oído que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos; haced bien a los que os aborrecen. Y rogad por los que os persiguen y os calumnian: Para que seáis hijos de vuestro Padre, que está en los cielos. El cual hace nacer su sol sobre buenos y malos: y llueve sobre justos y pecadores. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludarais solamente a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen esto mismo los gentiles? Sed, pues, perfectos, así como vuestro Padre celestial es perfecto». (vv. 43- 48)
Según esta regla, debe entenderse lo que aquí se dice por las palabras de San Juan: «Les dio potestad para convertirse en hijos de Dios» ( Jn 1,12 ): Uno sólo es hijo de Dios por naturaleza, pero nosotros nos hacemos hijos de Dios por el poder que hemos recibido, en cuanto cumplimos las cosas que El nos manda. Y además, no dice: «Haced estas cosas, porque sois hijos», sino: «Haced estas cosas, para que seáis hijos». Cuando nos llama para esto, nos da su propio ejemplo, diciéndonos: «El que hace salir su sol sobre los buenos y sobre los malos y llueve sobre los justos y sobre los injustos». Por la palabra sol puede entenderse, no precisamente éste que vemos, sino aquel de quien se dice por Malaquías: «Para vosotros que teméis el nombre del Señor saldrá el sol de justicia» ( Mal 4,2 ), y por lluvia el riego de la divina gracia, porque Jesucristo apareció para los buenos y para los malos, y a todos evangelizó
San Agustín, de sermone Domini, 1, 23
