Evangelio según san Mateo, 6: 9- 9 Vosotros, pues, así habéis de orar: Padre nuestro que estás en los cielos. Santificado sea tu nombre». (v. 9)
Se dice también, que está en los cielos, esto es, entre los santos y entre los justos, porque
Dios no se contiene en el espacio limitado.Se entienden por cielos las partes más excelentes de la naturaleza visible, y si creyéramos que D ios los habita, diríamos que las aves morarían más cerca de El que los hombres y tendrían más mérito. No
está escrito: Dios está cerca de los hombres más elevados o de aquellos que habitan en la cumbre de los montes, sino de los contritos de corazón ( Sal 33,19 ). Mas así como el pecador se llama tierra, a quien se le ha dicho: «Eres tierra e irás a la tierra» así, por el contrario, se puede llamar cielo al justo ( Gén 3,19 ). Con toda propiedad se dice: «Que estás en los cielos», esto es, que estás con los santos. Porque tanta distancia hay, espiritualmente hablando, entre los justos y los pecadores, cuanta hay corporalmente entre el cielo y la tierra. Para significar esto, cuando oramos nos volvemos hacia el oriente, de donde parece que empieza el cielo. No como si Dios estuviese allí, abandonando
las demás partes del mundo, sino para que el alma se incline a tomar afecto a una naturaleza más elevada (esto es, a Dios), mientras el cuerpo del hombre (que es de tierra) se convierte en un cuerpo más excelente (esto es, en un cuerpo celestial). Es muy conveniente que cada uno sienta a Dios con sus facultades, ya de niños, ya de adultos, y por lo tanto, a los que todavía no puedan comprender las cosas incorpóreas, puede tolerarse la opinión de que Dios está más bien en los cielos que en la tierra
San Agustín, de sermone Domini, 2, 5
