Evangelio según san Mateo, 6: 12- 12 «Y perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores». (v. 12)
Con este dardo se traspasa a los herejes pelagianos, que se atreven a decir: «El hombre justo no tiene pecado alguno en esta vida, y en tales hombres ya existe en la vida presente la Iglesia, que no tiene mancha ni arruga»
San Agustín, de dono perseverantiae, 5
