Y aquí va una vez más el error de rango epistemológico «a la Yuri Gagarín». Es obvio que si uno se queda en el plano de la ciencia que estudia lo material no va a ver cómo es posible el
surgimiento de lo inmaterial de por sí y hasta va a calificarlo de mitológico. Pero la cuestión no es aquí de orden científico sino más bien ontológico pues no tiene que ver primariamente con el cambio de forma del ser material (que es lo que estudia la ciencia) sino más bien con el paso de lo material a lo inmaterial (lo cual implica, al menos como posibilidad, una dilucidación ontológica). Y es justamente ahí donde se plantea el problema
filosófico: cómo puede un ser que es meramente producto de la naturaleza tener facultades que le permitan trascender la naturaleza?
Si cada ser actúa de acuerdo con su naturaleza, como dice Aristóteles, ¿cómo puede sucederse lo inmaterial (libertad, voluntad, autoconsciencia suprasensitiva, pensamiento puramente abstracto, juicios morales, etc.) a partir de la pura naturaleza material sin que haya ningún poder agente adicional?
*Más detalles sobre la «brecha ontológica» existente entre el hombre y el animal véase: «El hombre comparado con el animal», El Panorama, Año I, n 6, Madrid 1838, p.83-85
