El argumento del mal



1. Dios es, por definición, Omnisciente, Omnipotente y Omnibenevolente (total bondad).
2. Dios creó a todos los seres que existen.
3. Algunos de estos seres se van a condenar y, además, causarán dolor a inocentes.
4. Como Dios es Omnisciente sabia que estos seres harían el mal y causarían dolor a inocentes; como es Omnipotente podía evitar que lo hicieran; y como es Omnibenevolente desearía evitarlo.
5. Pero no lo ha hecho.
6. En consecuencia, debe carecer de alguna de las
tres características nombradas (o de todas).
7. Pero entonces no sería Dios, lo cual es autocontradictorio
8. Luego, Dios no existe.

Refutación: La fuerza lógica del argumento parece impecable. Sin embargo, no lo es porque le falta una premisa necesaria para probarse de modo riguroso. A saber: «Dios no tiene razones morales suficientes para permitir el mal y sus consecuencias». ¿Por qué digo esto? Simple: porque si aceptamos la posibilidad de que Dios pueda tener razones morales suficientes para permitir el mal y sus consecuencias podríamos también seguir sosteniendo sin mayores problemas que Él conoce el mal (y sus consecuencias) por su Omnisciencia y puede evitarlo por su Omnipotencia pero aún así no lo evita porque tiene razones morales suficientes para permitirlo de modo tal que no queda menoscabada su Omnibenevolencia (total bondad) y ya no se da la contradicción entre los tres atributos mencionados (que es justamente en lo que se basa el argumento en sus premisas 6 y 7 para derivar la no existencia de Dios). Se podría objetar: «Estás cometiendo una falacia de hombre de paja o de blanco móvil pues estás estructurando el argumento de un modo tal que carezca de la premisa Dios no tiene razones morales suficientes para permitir el mal y sus consecuencias ‘ para poder más fácilmente refutarlo». No, no estoy cometiendo ninguna falacia de hombre de paja porque – no ha demostrado en sus comentarios que era imposible el que Dios tuviera razones morales suficientes para permitir el mal y sus consecuencias.

Él no solo no probó esto sino que ni siquiera mencionó esa premisa. Así que yo no puedo incluirla en el argumento. Por tanto, tal como está formulado, no prueba rigurosamente su conclusión (» Dios no existe»). Entonces se replicará: » Ah! Pero entonces podemos agregar esa premisa al argumento iy listo!: se prueba que Dios no existe». Bien, pero para eso la premisa tendría que justificarse como válida, es decir, el ateo tendría que demostrar que es imposible que Dios tenga razones morales suficientes para permitir la existencia del mal en el mundo y sus consecuencias. Y ese es el punto que analizaré a continuación: ¿tiene Dios razones morales suficientes para permitir el mal? Me parece que sí. Un ser máximamente bondadoso deseará un mayor bien para sus criaturas y la capacidad de amar se constituye como el mayor bien posible porque es el que más asemeja a la criatura a Dios y le permite conocerle. Pues bien, dado que -como decia el filósofo cristiano C. S. Lewis-

«Dios nos ha hecho el intolerable cumplido de amarnos en el sentido más profundo, más trágico y más inexorable», El ha querido para nosotros, las únicas criaturas racionales de la tierra, que tengamos el grandísimo don de poder amar. Pero
ello requiere libertad. El amor es ante todo un acto de la voluntad y, por tanto, no puede derivarse mecánicamente hacia su objeto sino que tiene que desearlo y elegirlo libremente. En ese sentido, uno no puede ser obligado a amar. Pero en ese caso existe la posibilidad de que elija no amar y actúe en consecuencia, dándose entonces el «mal moral», lo cual implica la posibilidad de dañar a inocentes. Ese es el precio que ha tenido que pagar un Dios infinitamente Amoroso y Bueno para que sus criaturas puedan amar. Por tanto, frente a este misterio insondable del amor, no repugna ni a la razón ni a la lógica que un Dios Omnisciente, Omnipotente y Bueno permita la existencia del mal moral. Uno dirá: «Oye, pero si es tan bueno: por qué no evita a cada instante las malas utilizaciones del libre albedrío hacia el no- amor?». Creo que aqui basta y sobra con la magistral explicación que da C. S. Lewis:

«Podemos, a lo mejor, imaginarnos un mundo en que Dios a cada instante corrigiera los resultados del abuso de libre albedrío por parte de sus criaturas, de manera que una viga de madera se volviera suave como el pasto al ser usada como arma, y que el aire rehusara obedecerme si yo intentara propagar ondas sonoras portadoras de mentiras o insultos. Pero, en un mundo así, las acciones erróneas serían imposibles y, por lo tanto, la libertad de la voluntad sería nula. Aún más, si el principio se llevara a su conclusión lógica, los malos pensamientos serían imposibles, porque la materia cerebral que usamos al pensar, se negaría a cumplir Su función al intentar nosotros dar forma a esos pensamientos». En suma, ese «mundo posible» en el que Dios obliga a las criaturas a amar es en realidad un «mundo imposible» porque el amor, en cuanto amor, no puede darse de modo obligado: requiere voluntad.

Luego, parece que Dios sí tiene razones morales suficientes para permitir la existencia del mal (y sus consecuencias) pues el bien de que haya seres que tengan la capacidad de amar y llegar a un bien trascendente es algo que vale la pena

C. S. Lewis, El Problema del Dolor, Magdalen College, Oxford, 1940, p. 16.

C. S. Lewis, El Problema del Dolor, op. cit., p. 12.

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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