19 de septiembre de 2023
Mis queridos hijos e hijas en Cristo:
Les escribo hoy para discutir más a fondo la tercera verdad básica de la que hablé en mi primera carta pastoral publicada el 22 de agosto de 2023: “El sacramento del Matrimonio es instituido por Dios. Por la Ley Natural, Dios ha establecido Matrimonio entre un hombre y una mujer fieles el uno al otro de por vida y abiertos a los hijos. (CCC 1601).
Puesto que el matrimonio fue instituido divinamente por Dios entre un hombre y una mujer, simplemente no existe ningún derecho dado a la humanidad apartarse de esta verdad fundamental del matrimonio. Volveré a enfatizar este punto:
el matrimonio, Sólo puede ser entre un hombre y una mujer. Nuestra sociedad global ha entrado en un territorio gravemente peligroso al promover diversas distorsiones de las relaciones humanas íntimas e intenta etiquetarlas como «matrimonio». Estos modelos no están arraigados en la verdad que Dios nos ha revelado en la Sagrada Escritura y que está entretejida en Ley Vatural, y estamos viendo los tristes frutos de estas negaciones del plan divino de Dios para el matrimonio.
El segundo pilar del matrimonio es que debe ser un compromiso de por vida, un compromiso perpetuo y
unión indisoluble de dos vidas unidas en una alianza para toda la vida. Matrimonios que terminan en divorcio y por lo tanto no cumplen con el llamado de un vínculo duradero causa estragos no sólo en las vidas de cada miembro de la familia rota, sino también en la sociedad. La compasión nos obliga a orar por aquellos que han experimentado matrimonios rotos que la voluntad de Dios la gracia puede traer sanación, perdón y plenitud; pero reconocemos que el dolor y la agitación provocados de la ruptura del matrimonio dan testimonio de la necesidad del matrimonio como un pacto permanente e inquebrantable.
Si una o ambas partes contraen matrimonio sin esta firme resolución de permanencia, puede significar
desastre para esta unión, y también pone en duda si un verdadero matrimonio ha tenido lugar porque desde el principio faltaba un elemento esencial.
Que el Señor nos conceda muchos matrimonios y familias santas, y muchos sacerdotes santos, para que recibamos su gracia abundante y estar unidos a Nuestro Señor, ahora y siempre.
Siendo tu humilde padre y servidor,
Joseph E. Strickland
Obispo de Tyler, Texas
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