Es famosa la frase que dice: “el que obedece no se equivoca… se equivoca el que ordena”. Esta frase es cierta, siempre y cuando, quien ejerza la autoridad no se extralimite en sus funciones. Hay, entonces, algunos límites a la hora de obedecer:
Cuando se ordena algo que sea pecado: Es evidente que no se debe ni se puede obedecer a un superior que mande alguna cosa contraria a las leyes divinas o eclesiásticas; habría que decirle aquello de san Pedro: “Antes se ha de obedecer a Dios que a los hombres” (Hch 5,29). Esta frase es liberadora, pues asegura la libertad cristiana contra toda tiranía. Así enseñaba san Francisco de Sales: “como los superiores no pueden mandar cosa en contrario (a la ley de Dios), tampoco los inferiores tienen obligación alguna de obedecer en ese caso, y si obedecieren, pecarían
Pláticas Espirituales, cap. 9
