En 1866 se descubrió en Bald Hill, California, también en un depósito pliocénico, otro cráneo de Homo Sapiens. El profesor Whitney, geólogo del estado de California examinó escrupulosamente el hallazgo y confirmó su autenticidad. Sin embargo “la comunidad científica”, creyente en la evolución, terminó por rechazarlo diciendo que este cráneo no podía ser antiguo porque era muy parecido a los de los indios modernos, probablemente de esa zona de EE.UU. (¡¡¡ demasiado Homo Sapiens para ser Homo Sapiens!!!).
Arthur Keith llegó a decir que “la historia del cráneo Calavera (de Bald Hill) no podía ser pasada por alto. Es un “espectro” que obsesiona al estudioso del hombre primitivo. Ciertamente si estos descubrimientos estuviesen de acuerdo con nuestras expectativas, es decir en armonía con las teorías que hemos establecido relativas a la evolución del hombre, nadie soñaría en dudar de ellos, mucho menos en rechazarlos”
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