Evangelio según san Mateo, 6: 13- 13 Y no nos dejes caer en la tentación. Mas líbranos de mal. Amén». (v. 13)
Y esto último que está puesto en la oración dominical, se conoce tan claramente, que el hombre cristiano en cualquier tribulación en que se encuentre, puede dar gemidos por medio de ella, y en ella derramar sus lágrimas. De aquí el que se exhorte a que termine la oración con esta palabra: Amén, en la que se demuestra el deseo del que ora
San Agustin, ad Probam, epístola 130,11
