Evangelio según san Mateo, 6: 1 9- 21 No queráis atesorar para vosotros tesoros en la tierra, donde el orín y la polilla los consumen: y en donde los ladrones los desentierran y roban. Mas atesorad para vosotros tesoros en el cielo, en donde ni los consume orín ni polilla, y en donde los ladrones no los desentierran ni roban. Porque en donde está tu tesoro, allí también está tu corazón». (vv. 19-21)
Yo no considero en este lugar el cielo como una cosa corpórea, porque todo cuerpo es tierra. Debe despreciar todas las cosas del mundo aquél que atesore para sítesoros en el cielo, del que se ha dicho: «»El cielo son los cielos para Dios» ( Sal 113,16 ), esto es, en el firmamento espiritual. El cielo y la tierra pasarán. No debemos, pues, colocar nuestro tesoro en lo que puede pasar (o constituir nuestro corazón), sino en lo que permanece siempre
San Agustín de sermone Domini, 2, 13
