La otra herencia maya



La guerra era continua porque suministraba esclavos y víctimas para
los sacrificios. También los dioses mayas tenían que ser alimentados y su alimento predilecto era la sangre. No se contentaban con inmolar prisioneros de guerra y ofrecían a los dioses mujeres y niños. Como vemos imitaban a los aztecas pero añadían una perversión de su cosecha y cortaban por lo sano al mutilarse sus miembros viriles, según nos narra su apologista Von
Hagen. Uno de los testimonios del obispo de Santa Marta, Fray Francisco Ortiz, nos deja el calco de lo que fue aquella sociedad «natural»: «Los hombres de Tierra Firme comen carne humana, son sodomíticos más que generación alguna. Ninguna justicia hay entre ellos; andan desnudos, no tienen honor ni vergüenza; son como asnos, abobados, alocados, insensatos; no tienen en nada matarse ni matar: no guardan verdad si no es en su provecho. Son inconscientes, no saben qué cosa sea consejo; son ingratos y amigos de novedades.

Précianse de borrachos.. Emborráchanse también con humo y con
ciertas hierbas que los sacan de seso. Son bestiales en los vicios; ninguna obediencia ni cortesía tienen mozos a viejos, hijos a padres. No son capaces de doctrina ni castigo. Son traidores, crueles, vengativos que nunca perdonan; enemiguísimos de la religión, haraganes ladrones, mentirosos y de juicios apocados y bajos. No
guardan fe ni orden, no se guardan lealtad marido a mujer, ni mujer
a marido. Son agoreros, hechiceros, nigrománticos.

Son cobardes como liebres, sucios como puercos. Comen piojos, arañas, gusanos, crudos, como los hallan… No tienen arte ni maña de hombres.. Con los enfermos no usan piedad alguna, y aunque sean vecinos o parientes, los desamparan al tiempo de la muerte..

Cuando más crecen se hacen peores.. En fin, digo que nunca creó Dios tan cocida gente en vicios y bestialidades sin mezcla de
bondad y gobierno». Como el ejemplo siempre debe comenzar desde lo alto los más cumplidores de la ley eran los sacerdotes precolombinos: solo en Tenochtitlán había 5000 ministros del culto.Se cuenta que incluso los sacerdotes mayas jamás lavaban ni peinaban sus cabellos, que habían quedado pegajosos y nauseabundos por la sangre de las víctimas. «Los dioses mandaban, los sacerdotes interpretaban la voluntad divina y el pueblo obedecía
ciegamente» nos dicen los admiradores de estas prácticas. Jacques Soustelle, apologista de los aztecas confiesa que esta tribu estaba moral y físicamente al extremo de sus posibilidades en sus sacrificios humanos masivos y declara que «si los españoles no hubieran llegado (..) la hecatombe era tal (…) que hubieran tenido
que cesar el holocausto para no desaparecer»

V. VON HAGEN, op. cit, 125.

COSTANTINO BAYLE, España en Indias, Madrid 1944, Editora
Nacional, 43, citado en ENRIQUE DÍAZ ARAUJO, Propiedad indigena, op. cit., 100. La célebre película dirigida por Mel Gibson
(Apocalipto) parece quedarse corta cuando uno se adentra en la li-
teratura histórica de muchos de estos pueblos.

V. VON HAGEN, op. cit, 165.

JEAN DUMONT, «La primera liberación de América», en «Verbo» oct. 1986, 85.

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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