Oráculo del Señor Dios, que congrega a los dispersos de Israel. «Aún congregaré a otros, con los ya congregados». Fieras todas del campo, venid a comer, fieras todas del bosque. Sus guardianes son ciegos todos ellos, no se dan cuenta de nada; todos son perros mudos, incapaces de ladrar, soñolientos, tumbados, amigos de dormitar. Y los perros voraces fueron insaciables. Son pastores que no saben discernir. Todos ellos se volvieron a sus caminos, cada cual a su interés, sin excepción. Isaías 56
Evangelio según san Mateo, 7: 6- 6 «No déis lo santo a los perros, ni arrojéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las huellen con sus pies y volviéndose contra vosotros los perros os despedacen». (v. 6)
Son perros los que combaten la verdad, y consideramos como puercos a los que la menosprecian. Como los perros se arrojan para morder, y como destrozan lo que muerden no dejándolo entero como estaba antes dijo: «No déis lo santo a los perros», porque en cuanto pueden, si está a su alcance, se esfuerzan en destruir la verdad. Los puercos, aunque no tienen tanto
instinto de morder como los perros, andando por el fango todo lo ensucian, y por ello añade: «Ni echéis vuestras perlas ante los puercos»
San Agustín, de sermone Domini, 2,20
