no inhabilita para hablar de batalla cultural. De hecho, en los últimos tiempos el libertarismo ha empezado a hablar cada vez más de batalla cultural. Sin embargo, el economicismo lleva a concebir la batalla cultural tan solo como una disputa intelectual por las valoraciones sociales de los sistemas económicos.
En efecto, dar una batalla cultural se convierte sencillamente en un esfuerzo para explicarle a la sociedad que el capitalismo de libre mercado funciona mejor que el socialismo y que el Estado interventor.
La batalla cultural se asemeja así a una gran clase de economía. Y no es que la lucha de ideas por cambiar las premisas conceptuales del electorado (en este caso económicas), no sea, en efecto, un aspecto de la batalla cultural; el problema es que es simplemente eso, un aspecto, su aspecto relativo a las ideas económicas, y no a los hábitos y costumbres en sí mismos que son el ethos que subyace a tales ideas, No es una casualidad que la crítica cultural sea un género prácticamente inhallable en la literatura libertaria. La general incapacidad del libertarismo para tomar una posición social y políticamente significativa, por ejemplo, en torno a los tópicos dominantes del género y el feminismo, es consecuencia de esto mismo. Allí donde la variable económica no aparece con claridad dominando la indole del discurso, la regla general es el silencio o un balbuceo inconducente (y, en el peor de los casos, la aceptación acrítica de las propuestas progresistas en lo que es un desplazamiento hacia las izquierdas, que es lo que define precisamente al libertarismo progresista)
AGUSTÍN LAJE. LA BATALLA CULTURAL REFLEXIONES CRÍTICAS PARA UNA NUEVA DERECHA
