La misma manera como es redactada la Escritura santa, accesible a todos, comprensible a muy pocos, habla sin engaño lo que contiene de claro, como amigo íntimo al corazón de los ignorantes y de los doctos. Y en cuanto a lo misterioso, no lo realza con grandilocuencia de estilo hasta donde no puedan llegar las inteligencias lentas y torpes. A todos invita con sencillo lenguaje, no sólo para alimentarlos con la verdad claramente expuesta, sino también para ejercitarlos en la verdad oculta y misteriosa, ofreciéndoles el mismo alimento bajo la expresión clara y bajo el velo del misterio. Y para que el lenguaje literal no nos hastíe, buscamos la misma doctrina en el sentido espiritual. Renovada así en el modo, se insinúa más suavemente. Con esta saludable alternativa, los de conducta pervertida se corrigen, los débiles se nutren, los grandes corazones se deleitan
San Agustín, ad Volusianum, ep. 3
