Evangelio según san Mateo, 5: 13- 13 «Vosotros sois la sal de la tierra. Y si la sal se desvaneciere, ¿con qué se salará? No vale ya para nada, sino para ser echada fuera y pisada por los hombres». (v. 13)
Cuando Jesús había dado a sus discípulos preceptos sublimes, para que no dijesen: «¿ cómo podremos cumplirlos?» los calma con alabanzas, diciéndoles: «Vosotros sois la sal de la tierra». Demuestra así que les añade esto por necesidad, como si les dijese: «No os envío por vuestra vida, ni por una nación, sino por todo el mundo. Y si al herir el corazón humano, éste os injuria, alegraos». Ese es el efecto de la sal, morder lo que es de naturaleza laxo y lo reduce. Por ello, la maldición de otros no os dañará, sino que será testigo de vuestra virtud
San Juan Crisóstomo, in Matthaeum, hom. 15,6
