Prueba de evidencia externa: Se refiere a si alguna otra fuente confirma o desdice lo que consigna el documento en cuestión. Si se tiene clara evidencia (documental, arqueológica, etc.) de hechos o eventos que contradicen lo dicho por el documento, se dice que este no pasa la prueba. Al Corán tampoco le va bien con esta prueba. Son varios los hechos históricos bien establecidos con los que no se condice el Corán, Veamos dos casos claros:
En Sura 3: 35-36, 19: 27- 28 y 66: 12 se ve claramente que el Corán identifica a María,la madre de Jesús, con María la hija de Imran, hermana de Moisés y Aarón. Pero eso es simplemente absurdo ya que María, la madre de Jesús, vivió jmás de 1200 años después de Imran (Amram), Moisés, Aarón y su hermana María (cfr. Números 26: 59)! Aun así, algunos apologistas musulmanes, como Muhammad Asad, han alegado que las expresiones «hermana de Aarón» e «hija de Imran» se refieren al linaje lejano de María, madre de Jesús, y no a una relación directa e inmediata de parentesco. Sin embargo, tal alegación es refutada por el propio Corán por cuanto en el mismo se explicita que la esposa de Imran, es decir, la madre de Aarón, dio literalmente a luz a María, la madre de Jesús. En efecto, en Sura 3: 3 5- 36 leemos: «La mujer de Imran dijo: ‘¡ Señor! Te ofrezco en voto, a tu exclusivo servicio lo que hay en mi vientre. Acéptalo! Tú eres quien todo lo oye quien todo lo sabe ‘. Y cuando dio a luz a una niña, dijo: ‘¡ Señor! Lo que he dado a luz es una mujer (…). Le he puesto por nombre María y la pongo bajo tu protección contra el maldito Demonio, y también a su descendencia ‘». Y si a alguno le quedan dudas de que esta María de la que habla aquí el Corán es la Virgen María basta con que lea solo un poco más adelante Sura 3: 4 5 en que explícitamente se le anuncia que será madre del Ungido, Jesús. Pero ya vimos que es cronológicamente imposible que la María hija de Imran sea a la vez la madre de Jesús. Por tanto, este es un error evidente del Corán.
En Sura 4: 1 57 se nos dice claramente que a Jesús «no lo mataron ni lo crucificaron» siendo que a los judíos «les pareció asf» pero ciertamente no le mataron». Eso evidentemente contradice
lo establecido por la historia.De hecho, el mismo Robert Funk fundador del Jesus Seminar, es decir, uno de los críticos más radicales del Nuevo Testamento, afirma que la crucifixión «es uno de los hechos indisputables sobre Jesús». Esto no es extraño desde que la crucifixión era una práctica bastante común entre los romanos. Así, el historiador judío Flavio Josefo refiere que
cuando fue a Jerusalén en el 70 d.C. vio a tres de sus amigos siendo crucificados y cuando pidió que los bajaran (era un personaje influyente) dos de ellos ya estaban muertos.
Pese a todo ello hay apologistas islámicos que insisten en negar lo innegable. Por ejemplo, Ahmed Deedat sostiene que el reporte de los Evangelios respecto de la crucifixión de Jesús no
puede ser fiable porque cuando los lideres judíos lo apresaron «todos sus discípulos le abandonaron y huyeron». Pero eso simplemente demuestra ignorancia biblca. Si bren es cierto
que los Evangelios mencionan que los discípulos inicialmente huyeron (cfr. Mateo 26: 56, Marcos 14: 50) también dicen claramente que algunos de ellos volvieron. En Marcos 14: 54 se nos dice que «Pedro lo siguió de lejos» y, a su vez, en Juan 18: 15 se refiere que Pedro y otro discípulo seguían a Jesús». Hubo algún testigo directo de la crucifixión? Juan 19: 26 nos dice que sí: «Jesús vio a su madre, y junto a ella al discípulo amado». Por tanto, la objeción de Deedat es simplemente inviable. Luego, el Corán no pasa la prueba de evidencia externa
Muhammad Asad, The Message of the Koran, The Book Foundation, Bristol, 2003,
vol. 2,p. 514.
William Lane Craig, «El concepto de Dios en el Islam y el Cristianismo», debate contra Jamal Badawi, realizado en la Universidad de Illinois, 27 de febrero de 1997, discurso de apertura
Josh McDowell y John Gilchrist, El Islam a Debate, SEDIN, 1999, p. 143
Ahmed Deedat, Fue Cristo crucificado?», debate contra Josh McDowell, realizado en Durban, agosto de 1981, argumentos iniciales
Ali Dashti, Twenty Three Years: A study of the Prophetic Career of Muhammad, Ed. Allen & Unwin, London, 1985, p. 50.
