
Ha muerto no sólo un hombre de ciencia reconocido a nivel mundial, sino un llamado ícono de la Cultura Pop.
En el ámbito católico tal suceso ha generado opiniones y polarizado posiciones: unos lo canonizan por científico y otros lo satanizan por ateo.
Claro que no hay que canonizarlo, pero es igual de incorrecto (y hasta anticristiano) condenar a Hawking al infierno eterno por el hecho de no haber sido creyente cristiano. Esa no es la enseñanza católica y no se pueden usar citas del Catecismo de la Iglesia Católica para sustentar tales dichos: no es un elemento adecuado para juzgar el fuero interno de alguien.
Por otra parte, ¿qué sentido hubiera tenido entonces que desde 1986 hasta su muerte, un ateo como Hawkins haya sido miembro de la Pontificia Academia para la Ciencia? Cuando la Iglesia Católica ha sido la mayor colaboradora y promotora de los avances y descubrimientos científicos de cada época, vengan de científicos creyentes o de científicos ateos. Recomiendo lean la Declaración ‘Nostra Aetate’ (Nuestro Tiempo) del Concilio Vaticano II en la cual el Beato Paulo VI aborda el tema de las relaciones entre la Iglesia Católica con otras confesiones cristianas, no cristianas y con los no creyentes, sobre cómo saber reconocer y promover los valores propios de cada quien. Además recomiendo conocer y ahondar en la doctrina teológica conocida como ‘Las Semillas del Verbo’ desarrollada en el siglo II por San Justino mártir, Padre y Doctor de la Iglesia. En dicha doctrina se aborda el que Dios ha puesto sobre todos los seres humanos de todos los pueblos y culturas algo de su sabiduría para que, como dice en la Sagrada Escritura: «Es el Dios que hizo cielo y tierra y todo lo que hay en él. El que es Señor de cielo y tierra no habita en templos construidos por hombres ni pide que le sirvan manos humanas, como si necesitase algo. Porque él da vida y aliento y todo a todos. De uno solo formó toda la raza humana, para que poblase la superficie entera de la tierra. Él definió las etapas de la historia y las fronteras de los países. Hizo que buscaran a Dios y que lo encontraran aun a tientas. Porque no está lejos de ninguno de nosotros, ya que en él vivimos, nos movemos y existimos, como dijeron algunos de los poetas de ustedes: porque somos también de su raza». Hechos 17, 24-28.
Recomiendo leer también acerca del Bautismo Sacramental, el Bautismo de sangre y sobre el Bautismo de deseo: están contenidos en el Magisterio Católico.
Estas cosas fueron claramente enseñadas en la carta dogmática emitida por el Sumo Pontífice, el Papa Pío XII, el 29 de junio de 1943, en Mystici Corporis. En esta carta, el Soberano Pontífice distingue claramente entre los que están incorporados en la Iglesia como miembros, y los que están unidos a la Iglesia sólo por el deseo. (…) Con estas sabias palabras que reprueba tanto a los que excluyen de la salvación eterna a todos los que están unidos a la Iglesia sólo por el deseo implícito, y los que falsamente afirman que los hombres pueden salvarse igualmente en todas las religiones.
SIENDO JUSTOS
Si Stephen Hawking con sus teorías científicas fue honesto y sincero en su búsqueda de la verdad entonces aportó un bien tremendo a la humanidad, que Dios en Su infinita sabiduría ha de reconocer y hasta beneficiarle para su salvación personal.
El juicio definitivo sobre su destino último y eterno le corresponde sólo a Dios: Justo Juez.
Bendiciones.
Gerardo García