Sin llegar a los excesos de la franca y formal desobediencia, que es el pecado diametralmente opuesto a la obediencia, ¡cuántos modos y maneras ha de falsificar o deformar esta virtud, tan contraria al instinto de natural rebeldía propio del espíritu humano! He aquí algunas de sus principales manifestaciones:
Obediencia crítica: “El superior es superior… ¡no faltaba más!, pero eso no impide que sea poco simpático, riguroso, frágil, impulsivo, sin pizca de tacto; que le falte a menudo cordura, prudencia, oportunidad y caridad”. Se le obedece al mismo tiempo que se le despelleja…
ROYO, Antonio. Op. cit. Pp. 580-581
