es muy cierto que Jesucristo es todavía en el cielo Hijo de María, en la misma forma y grado que lo fué en la tierra, y, por consiguiente, que le viene conservando aquella Sumisión y obediencia propia del más perfecto de todos los hijos con respecto de la más buena de todas las madres.
Guardémonos, sin embargo, de ver en esta dependencia algún rebajamiento o imperfección en Jesucristo, porque María, siendo infinitamente inferior a su Hijo, que es Dios, no le manda como una madre terrena puede mandar a su hijo. que está por debajo de ella, sino que María, como está toda transformada en Dios, por la gracia y la gloria que transforma en El a todos los santos, ni pide, ni quiere, ni hace nada que sea contrario a la eterna e inmutable voluntad de Dios
Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen libro de Luis María Grignion de Montfort
