Todo era una rueda:
Huitzilopochtli
para asegurar el movimiento del mundo debían perpetuar los sacrificios humanos y para obtener más víctimas debian guerrear, y para ganar las guerras tenian que ofrecer sacrificios… Según las crónicas, en 1486 fue dedicada la gran pirámide de Huitzilopochtli donde el Emperador Ahuitzotl hizo inmolar a más de 20.000 víctimas luego de una batalla contra tribus vecinas por más de dos años.
Este fenómeno no solo se daria en los pueblos del norte; veamos dos párrafos esclarecedores que trae
Enrique Díaz Araujo: «El holocausto de seres humanos
como víctimas ofrecidas para apaciguar a los dioses
fue puesto en práctica por aztecas, mayas, muiscas y
quichuas.. La antropofagia estaba vinculada también
con el culto religioso; por razones rituales la practicaban iroqueses, aztecas, chiriguanos, guaraníes… Se llegó (en el Perú) hasta el reparto de tierras y mujeres entre los indios por un funcionario especial llamado ‘tocricoc. Sahagún describe estos tristes cortejos de esclavos que caminaban flemáticamente hacia la muerte: bañados ritualmente, vestidos y adornados lujosamente, iban embrutecidos por la bebida divina teooctly’, que habían tomado y terminaban su vida en la piedra de los sacrificios.. Ya se ha dicho que, no habiendo animales de carga, hubo de apelarse a esos esclavos para el transporte ‘a lomo de indio. Esta forma de transporte se generalizó en Perú a pesar de la existencia de la llama…
Había prostitución, y dice Lehmann que frecuentemente los plebeyos cedían a los nobles sus hijas como concubinas. La poligamia era posible en la medida de la fortuna del varón… Era costumbre de los chibchas que el tributo al cacique se pagara con mujeres, que, esclavizadas, tenían hijos con aquel;, esos niños se convertían en manjar de sus padres en actos de canibalismo repugnante.
JAN GEHORSAM, «Hambre Divina de los Aztecas», Diario La Nación, 18-X|-86
V. VON HAGEN, op. cit, 164.
ERAU CAÑAIS, Las poblaciones indigenas de la Argentina, Buenos Aires 1986. pp. 498-499
