Era imposible emular la caridad



la Iglesia comenzó a ocuparse de los más necesitados, de aquellos hombres y mujeres segregados por la sociedad y atormentados por la soledad, al punto que se creia que, la religión de <los galileos>, era una religión para los pobres.

Era tal la caridad de los cristianos en aquellos siglos que ese solo testimonio era motivo de grandes conversiones. Todos hallaban un tiempo para dedicarse a sus hermanos, incluso aquellos que tenían por función una labor más intelectual, como los Padres de la Iglesia:
San Agustín fundaría un hospicio para peregrinos y esclavos fugados;
San Juan Crisóstomo llegó a abrir hospitales en Constantinopla;
San Cipriano organizó campañas de ayuda en tiempos de hambruna y escasez, reprochándole a los paganos su falta de caridad: <no mostráis compasión alguna por los enfermos, sino que con codicia saqueáis a los difuntos; y aquellos a los que el miedo impide ser clementes, se atreven sin embargo a obtener ilícitos beneficios. Aquellos que rehúsan enterrar a los muertos, corren con avaricia a apropiarse de lo que dejan>.

Mientras los paganos aún en el siglo III arrinconaban a los enfermos alejándose incluso de sus seres más queridos, los cristianos – como narra el obispo de Alejandría Dionisio – <no se abandonaban los unos a los otros, sino que permanecían unidos y visitaban a los enfermos, sin pensar en el peligro que corrían, para ocuparse de ellos asiduamente>.

Tales eran las obras de la Iglesia en los primeros siglos que hasta sus enemigos terminaban por reconocerlas: <es increíble el celo con que quienes profesan esta religión se ayudan unos a otros en la necesidad, para lo cual no escatiman esfuerzos. Su dador de la ley inculcó en ellos la idea de que todos eran hermanos>, decia con asombro el escritor pagano Luciano (130-200).

Hasta el mismo Juliano el Apóstata, emperador romano y cruel perseguidor de los cristianos (360), reconocía que los cristianos superaban con creces a los paganos en devoción por la caridad:

«Estos impíos galileos no sólo alimentan a sus pobres, sino también a los nuestros»

Mientras que los sacerdotes paganos desprecian a los pobres, los odiados galileos [los cristianos] se entregan a obras de caridad. El dato del emperador romano no es menor; Juliano- luego de apostatar por un lamentable episodio de su infancia – decidió reformar el paganismo introduciendo algunos contenidos cristianos (los sacerdotes paganos deberían promover el amor a Dios y al prójimo, etc.), pero fue en vano pues, como él mismo lo señalará en sus cartas, era imposible emular la caridad.

GERHARD UHLHORN, Christian Charity in the Ancient Church, Charles Scribner’s Sons, Nueva York 1883, 187-188

ALVIN J- SCHMIDT Under the Influence: How Christianity Transformed Civilization, Zondervan, Grand Rapids, Mich. 2001, 152

Publicado por paquetecuete

Cristiano Católico Apostólico y Romano

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