
Así el pecado convierte a los hombres en cómplices unos de otros, hace reinar entre ellos la concupiscencia, la violencia y la injusticia. Los pecados provocan situaciones sociales e instituciones contrarias a la bondad divina. Las “estructuras de pecado” son expresión y efecto de los pecados personales. Inducen a sus víctimas a cometer a su vez el mal. En un sentido analógico constituyen un “pecado social”
La Iglesia cuando habla de situaciones de pecado o denuncia como pecados sociales determinadas situaciones o comportamientos colectivos de grupos sociales más o menos amplios… sabe y proclama que estos casos de pecado social son el fruto, la acumulación y la concentración de muchos pecados personales. Por lo tanto las verdaderas responsabilidades son de las personas» ( Exhortación Apostólica de San Juan Pablo II Reconciliatio et Paenitentia, 2-XII1984, nº 16)