San Alejandro de Alejandría, predecesor inmediato de san Atanasio, nos dejó la siguiente preciada declaración sobre la singularidad de la Iglesia: «La única Iglesia, católica y apostólica, permanecerá siempre indestructible, incluso cuando el mundo entero le pague con la guerra en su contra. Porque su Señor la fortaleció diciendo: «¡ Ánimo!: Yo he vencido al mundo» (Jn 16,33) 10. En el obelisco de la plaza de San Pedro están inscritas las palabras Christus vincit, y la punta del obelisco contiene una reliquia de la verdadera Cruz. La iglesia romana, la sede apostólica de san Pedro, es coronada, por así decirlo, con estas luminosas palabras Christus vincit y con el poder de la santa Cruz de Cristo. Incluso si durante la presente crisis y espiritual ofuscación uno pueda tener la impresión de que los enemigos de Cristo y de Su Cruz hayan ocupado hasta cierta extensión la Santa Sede, Cristo los derrotará. ¡Christus vincit!
Athanasius Schneider. Christus vincit!
