Los materialistas y los positivistas. Ellos afirman que nada existe fuera de la materia y de las fuerzas que le son inherentes; su sistema se llama materialismo. Es una doctrina absurda, degradante, contraria al buen sentido, a la conciencia, a la sana filosofía, no menos que a la religión.
Efectivamente, si no hay más que materia, no hay inteligencia, ni libertad, ni ley moral, ni Dios. El hombre puede seguir sus instintos, aun los más perversos; la sociedad queda sin base, y no hay otra ley que la del más fuerte. La opinión dominante entre los incrédulos de nuestros días es que el hombre desciende del mono, que no es más que un mono transformado, perfeccionado. Así estos pretendidos sabios, que no hablan más que de la dignidad del hombre, del respeto de los derechos del hombre, no temen atribuirle un origen bestial y reducirlo a un nivel inferior al de los brutos. El género humano ha visto siempre en el hombre dos cosas: el alma y el cuerpo, el espíritu y la materia. El género humano ha visto siempre una diferencia esencial entre el hombre y el animal, porque el hombre está dotado de un alma inteligente y espiritual.
Epicuro fue el primero que enseñó el materialismo. El mundo pagano rechazó horrorizado su sistema, y no vaciló en calificar a los pocos discípulos de Epicuro con el expresivo epíteto de puercos. ¿Es posible que, después de veinte siglos de cristianismo, los materialistas modernos osen renovarlo?… Sólo las pasiones y el deseo de liberarse de la justicia de Dios pueden inducirnos a errores tan groseros
R. P. Hillaire, la religión demostrada LOS FUNDAMENTOS DE LA FE CATÓLICA ANTE LA RAZÓN Y LA CIENCIA
