«El hombre parece, a veces, no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de su uso inmediato y consumo. En cambio era voluntad del Creador que el hombre se pusiera en contacto con la naturaleza como
como <explotador ,dueño y custodio> inteligente y noble, y no destructor> sin ningún reparo». «El progreso de la ciencia y el desarrollo de la civilización de nuestro tiempo, que está marcado por el dominio de la técnica, exige un desarrollo proporcionado de la moral y de la ética. Este último parece, por desgracia haberse quedado atrás»
Juan Pablo Il, Eni. Redemptor hominis, 4-03.1979, n. 15.
