«Se ha llegado a exaltar la libertad hasta el extremo de considerarla como un absoluto que seria la fuente de los valores.Se han atribuido a la conciencia individual las prerrogativas de una instancia suprema del juicio moral, que decide categórica e infaliblemente sobre el bien o el mal».
Se concede «a la conciencia del individuo el privilegio de fijar, de modo autónomo, los criterios del bien y del mal, y actuar en consecuencia. Esta vision coincide con una ética individualista, para la cual cada uno se encuentra ante su verdad, diversa de la verdad de los demás. El individualismo, levado a las extremas consecuencias, desemboca en la ne-
gación de la idea misma de naturaleza bumana»
Dicho de otra manera el individualismo -con su inseparable relativismo- es el que provoca esta crisis bioecológica denunciada por Juan Pablo II, y de ninguna manera es reflejo de la tradición cultural cristiana. «La crisis ecológica — dice el Papa- es un problema moral», que reviste dos aspectos: la falta de respeto y hasta el desprecio por la vida humana y la destrucción ambiental.
Juan Pablo II, encíclica. Veritatis splendor, 6-08-93, n. 32.
Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Ewx 1990, 08-12-89.
