La primera imagen que recuerdo fue entrar con papá para ver Tarzán, el hombre de la selva, gracias pa!!
El cine, a pesar de involucrar también imágenes proyectadas en una pantalla, sintió asimismo el impacto de la televisión.
Una de las diferencias más cruciales entre un medio y otro es que la televisión, a diferencia del cine, es capaz de subsumir todo tipo y forma de discurso, convirtiéndose en una suerte de
metamedio. Todo lo que cabe en la realidad es demandado por aquella. La pantalla chica brindó una experiencia nueva, pues, en la medida en que una pluralidad cada vez mayor de canales,
con una programación variada de distintos tipos de contenido listos para ser consumidos (noticias, musicales, divulgación científica, documentales, películas, novelas, series, talk shows,
reality shows, concursos, deportes) estaba ahora disponible en distintos rincones del hogar. La televisión puede apropiarse de los discursos que caben en la radio y en el cine, pero no a
la inversa. Las horas de atención semanales que rápidamente recibió la televisión desde su difusión masiva en los años cincuenta jamás fueron comparables a las que recibia el cine en
sus momentos dorados. A partir del televisor, el cine pasó a un segundo plano y la frecuencia con la que se asistía a sus salas se vio afectada en gran parte por la nueva tecnología que llevaba e
encanto de la imagen directamente al hogar. El crítico y teórico cinematográfico francés André Bazin publicaba en 1953 un artículo titulado <Will cinemascope save the flm industry?>
donde ya señalaba a la televisión como un factor importante para explicar la crisis que vivía Hollywood al concluir la Segunda Guerra Mundial, Los números resultaron ser bastante claros al respecto.
Si en 1920 Hollywood producía más de 700 largometrajes, en la década de 1950 producirá entre
300 y 400, y en 1960 apenas 156.583 Reino Unido, que había tenido en 1946 un total de 1.636 millones de espectadores de cine, en 1964 tendrá apenas 343 millones, y entre esos
mismos años la cantidad de televisores aumentará de 330.000 a 13.155.000.De la misma manera, en los años sesenta la venta de entradas de cine se redujo un 20% en Alemania, un 33% en
Francia y un 25% en los Países Bajos. Muchos cines, asimismo, empezaron a cerrar sus puertas. En España, por ejemplo, había 8.1 63 salas en 1964, que se redujeron a 6.963 en apenas cuatro
años.
André Bazin (1953), <Will the cinemascope save the film industry?», en Film filosophy, vol. 6, n92, enero 2002. 583. Cf. Gilles Lipovetsky,
Jean Serroy, La estetización del mundo. Vivir en la época del capitalismo artístico (Barcelona: Anagrama, 2019), pp. 163-164. 584.
Fátima Gil Gascón, Televisión versus cine: La influencia de los largometrajes emitidos por TVE en la exhibición cinematográfica española (1962-1969)>, en Estudios sobre el Mensaje Periodístico, Vol. 20, Núm. especial, pp. 1 77-191 (Madrid: Servicio de Publicaciones de la Universidad Complutense, 2014).
