¿Mahoma recitó las palabras exactas de Dios? porque el Corán le fue revelado por medio del ángel Gabriel solo es persuasivo para quien ya no necesita ser persuadido: el musulmán. Pero llegado a este punto, se concluye que el coran no es un libro divino.
Mahoma no habló las palabras de Dios y, por tanto, no es un profeta. Aun así,los musulmanes
tratan de ver la paja en el ojo ajeno» y aducen que Jesús no pođía ser el profeta porque murió a manos de los judíos y en Deuteronomio 18: 20 se dice que los falsos profetas debian morir así. Pero es muy curioso que argumenten de ese modo ya que en su propia visión Jesús no fue crucificado por los judíos (cfr. Sura 4: 157) y, por tanto, deberían estar abiertos a aceptarlo como el profeta predicho en Deuteronomio 1 8. Además, el que un profeta muera violentamente no es de por sí muestra de que era un falso profeta.De hecho, como ha mostrado el teólogo Rafael Sivatte, varios de los santos profetas del Antiguo Testamento tuvieron una muerte violenta. Por tanto, parece que es Jesús, y no Mahoma, el profeta predicho en Deuteronomio 18. – Juan 1: 19
21:
«Los judíos de Jerusalén enviaron sacerdotes y levitas a Juan, a preguntarle quién era, Y él confesó claramente: ‘Yo no soy el Mesías’. Le volvieron a preguntar: ‘: Quién eres, pues? cel profeta Elías?’ Dijo: ‘ No lo soy ‘. Ellos insistieron: Entonces, eres el profeta que ha de venir?’ Contestó: No». Los musulmanes se valen de este texto para insistir en que Mahoma es el profeta
predicho en Deuteronomio 1 8. En específico, argumentan que este texto muestra que los judíos aguardaban la llegada de un profeta aparte del Mesías y que ese profeta es Mahoma. Esta
alegación puede responderse de varias maneras:
1) Del contexto del pasaje resulta evidente que los judíos esperaban que «el profeta que ha de venir» debía ser israelita como en efecto era Juan el Bautista a quien estaban interrogando
Un profeta árabe (no judío) era lo último que se hubieran esperado. Eso basta y sobra para desestimar la pretensión de que Mahoma era el profeta esperado por los judíos.
2) También del contexto del pasaje resulta claro que una de las cosas que se esperaba del profeta es que lleve a cabo un ministerio que abarque el bautismo: «Pues si no eres el Mesías, ni Elías ni el profeta, por qué bautizas?» (Juan 1: 25). Pero, a diferencia de Jesús (cfr. Juan 1: 33, Mateo 28: 19), Mahoma nunca hizo ni mandó hacer algo que se llame bautizo.
3) Es una falacia de falso dilema el plantear que el Mesias y el profeta tienen necesariamente que ser personas distintas. AsÍ, los apóstoles, que venían de un contexto cultural y religioso
eminentemente judío y que creían en Jesús como el Mesías, no tienen problema alguno en identificarlo con el profeta predicho en Deuteronomio 18 como se muestra en Hechos 3: 22- 23. Y lo mismo hace el judío Esteban, primer mártir cristiano, en Hechos 7:37.
4) Solo unos versículos después del citado por los musulmanes se dice que Jesús es «el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Juan 1: 29). Eso representa claramente a la doctrina
cristiana de la expiación, conforme a la cual Jesús murió por nuestros pecados. Pero esa doctrina es abiertamente rechazada por los musulmanes. Entonces, se ve que no tienen problema alguno en echar mano de un pasaje del «corrupto» Evangelio de Juan cuando les conviene pero que arbitrariamente rechazan el otro que está muy próximo solo porque no les conviene… ¿sesgo
teológico?
Rafael Sivatte, Persecución y muerte violenta de los profetas de Israel», Revista Latinoamericana de Teología, vol. 16, n9 48, 1999, pp. 257-276.
Josh McDowell y John Gilchrist, El Islam a Debate, SEDIN, 1999,p. 72.
