Si en el Santo Nombre de Jesús, nos ponemos a orar, podemos recibir en toda su hondura la oración que Él nos enseña: “¡Padre Nuestro!”. La oración sacerdotal de Jesús inspira, desde dentro, las grandes peticiones del Padre Nuestro: la preocupación por el Nombre del Padre (cf Jn 17, 6 11 12 26), el deseo de su Reino (la gloria; cf Jn 17, 1 5 10 24 23-26), el cumplimiento de la voluntad del Padre, de su designio de salvación (cf Jn 17, 2 4 6 9 11 12 24) y la liberación del mal (cf Jn 17, 15) 2751 Por último, en esta oración Jesús nos revela y nos da el “conocimiento” indisociable del Padre y del Hijo (cf Jn 17, 3 6-10 25) que es el misterio mismo de la vida de oración.
