Sobre el escritorio de los Rockefeller, nace la biopolítica, implementación del comunismo solo por intereses económicos
«Conciliación de la vida laboral y familiar»
En cambio, no se definió ningún término similarmente llamativo para la feminización deliberada de los hombres que inevitablemente acompaña a la estrategia de género. Sin embargo, en las actas de la conferencia se afirma que hay que hacer que los hombres «se cuestionen su comportamiento competitivo sobre si este condicionamiento extremo es necesario, o si no sería más agradable ser más contemplativo, sensible y emocional» . Se afirma que en este contexto, la educación escolar desempeña un papel importante, que debe diseñarse para promover un comportamiento más sensible en los chicos. Además, no solo las mujeres jóvenes, sino también los hombres jóvenes necesitarían el modelo de mujeres en puestos académicos influyentes—es decir, como profesoras o catedráticas—, porque si los hombres jóvenes no tuvieran esa experiencia, más tarde les resultaría difícil aceptar a una mujer como colega y aún más difícil trabajar para una mujer como jefa. Además, «hay que preparar a los estudiantes de ambos géneros para que desempeñen un doble papel en la edad adulta», es decir, «en el hogar, en la familia» y «en la vida profesional», lo que significa que también hay que formar explícitamente a los hombres para que asuman más tareas en el hogar.
«Romper con las tradiciones ancestrales sobre la distribución y organización de las tareas domésticas» es «una tarea importante para la economía doméstica». Esto se debe a que «la necesidad de igualdad entre los géneros» exige un «reparto equitativo» del trabajo doméstico «entre los dos cónyuges», que, según las actas de la Conferencia de la Fundación Rockefeller, incluye actividades como «cocinar» y «coser», además del cuidado y la crianza de los hijos. Para lograr la abolición del rol de ama de casa exclusiva y la participación igualitaria de ambos cónyuges en la vida laboral, habría que encontrar «modelos alternativos de trabajo y vida familiar», «para los que tal vez no haya precedentes históricos», lo que no es más que una paráfrasis temprana de la ahora omnipresente exigencia de «conciliación de la vida laboral y familiar». El texto señala literalmente: «Además de dar a las mujeres acceso a trabajos y actividades antes reservados a los hombres, los hombres también pueden acceder a trabajos y actividades que antes solo se concedían a las mujeres, como el permiso parental y el trabajo a tiempo parcial para realizar tareas domésticas. Si el trabajo a tiempo parcial puede ponerse a disposición de las mujeres, las leyes de igualdad pueden garantizar que también se ponga a disposición de los hombres». Por lo tanto, detrás del eslogan de «conciliar el trabajo y la familia», se encuentra en realidad la abolición del papel tradicional de ama de casa, lograda
tanto por la coacción económica como por el adoctrinamiento feminista. Para garantizar que ambos progenitores trabajen, se descarta explícitamente la necesidad de proporcionar a las madres una ayuda económica en forma de subsidio para el cuidado de los hijos, ya que, como indican las actas, esto «no disolvería la división tradicional de los roles masculino y femenino en la familia, sino que la consolidaría».
La solución, por tanto, solo podría ser «el reparto equitativo de las tareas domésticas y educativas entre los dos cónyuges y la creación de servicios colectivos como guarderías, estancias infantiles y jardines de infancia para ayudar a la pareja en su función educativa y doméstica», lo que supone la descomposición de la familia como institución y la socialización sigilosa de la crianza de los hijos). El rechazo a la subvención para el cuidado de los hijos está en plena consonancia con los preceptos ideológicos del revolucionario comunista León Trotsky, que ya en los años 1920 abogaba por el desplazamiento de «los recursos materiales de la familia a los centros de atención a los niños».
Raíces en el marxismo
Para poder clasificar correctamente la estrategia de transversalización de género desde el punto de vista ideológico, habría que recordar una vez más qué se entiende exactamente por este críptico término. Según la definición del Ministerio Federal de Familia de Alemania, el «género» es el rol social desvinculado del género biológico, que debe igualarse mediante la potenciación explícita de las mujeres y la feminización implícita de los hombres. «La tranversalización» significa la integración prioritaria de este proceso de igualación en todos los ámbitos de la vida pública y privada. Y aunque la vía de propagación de esta estrategia se ha trazado entretanto desde las publicaciones de las altas finanzas, la ONU y la agenda de la política europea, la cuestión de en qué tradición ideológica se sitúa todo el asunto no se ha abordado adecuadamente hasta ahora. Aunque las citadas actas de la Conferencia de la Fundación Rockefeller sugieren repetidamente que el cambio de los roles de género se basa en la «herencia intelectual» del marxismo, no menciona que los bolcheviques rusos Vladimir Lenin y León Trotsky también describieron el «empoderamiento de las mujeres» como un instrumento para el establecimiento de un orden social comunista.
Según Lenin, era importante vincular los objetivos de la política comunista en la conciencia de las mujeres con sus propios «sufrimientos», «necesidades» y «deseos», lo que no significaba otra cosa que aprovechar el orgullo de las mujeres y, con el pretexto de su «empoderamiento», avanzar en la destrucción de la familia y la nacionalización de la crianza de los hijos o, en otras palabras, convertir a las mujeres en «idiotas útiles» de la revolución roja.
Leo Trotzki Dezember 1925 «Den Sozialismus aufbauen, heisst die Frauen emanzipieren und die Mutter schutzen
Changing Roles of Women in Industrial Societies, P.69
Clara Zetkin – Erinnerungen an Lenin
Las raíces ocultas de la agenda de gènęrø: El plan maestro para una sociedad asêxû@da. Alejandro Kaiser
